Basilio Magno. San
    [931] (329-379)

 
   
 

 

 

 

   San Basilio fue un hombre pro­viden­cial. Supo acomodarse a las circunstan­cias de los tiempos en que vivió.
   Y promovió el carisma de la vida monacal en la Iglesia de Oriente, una vida que fue educadora en todos sus aspec­tos. Fue el puente por el que los eremi­tas y cenobitas de los primeros tiempos cristianos llegaron a descubrir el valor de la Comunidad y de la Autoridad. Para ellos ordenó comunidades de fe, de plegaria, de testimonio y de servicio fraterno. Les ordenó en formas estables de vida, bajo una norma, una autoridad y un ideal, como consta en su Regla. Pero también les abrió a la sociedad a la cual debían ofrecer su ejemplo, su plegaria y sus servi­cios culturales y morales.

   1. Vida

    330. Nace en Cesarea Mazaca (moderno Kayseri, de Capadocia, Turquía), de una familia distinguida y desaho­gada. Su padre, también llamado Basilio, es célebre retórico de Neocesarea del Ponto. Su madre, Emmelia, es mujer piadosa y aristocrática. Tres de sus diez hermanos llegan a ser Obispos en diversas comunidades. Entre ellos destaca San Gregorio de Nisa.
   347. Es enviado a Cesarea de Palesti­na, para hacer estudios literarios. Allí entabla íntima amistad con S. Gregorio Nacianceno, culto y piadoso como él. Uno o dos años después se traslada a Constantinopla para continuar estudios.
   351. Se dirige a Atenas, para completar los conocimientos de retórica, como era usual en jóvenes de familias distinguidas.
   355. En Atenas conoce y se relaciona con el joven príncipe Juliano, que sería luego conocido con el calificativo de "El Apóstata" por su aversión al cristianis­mo.
   356. Regresa a Cesarea. Ejer­ce como retórico. Hacia el 357 deja su profesión y se dedica a la vida ascética. Se bautiza. Viaja por Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia. Desea conocer a los ascetas cristianos. Al regreso, reparte su patrimo­nio a los pobres y se retira a la soledad de una posesión familiar, a orillas del Iris, cerca de Neocesarea. Poco ante lo había hecho su madre, al quedar viuda, y una hermana.
   357. Le visita Gregorio Nacianceno, quedando algún tiempo a vivir con él. Componen entre ambos el libro "Philocalia" o florilegio sobre las obras de Orígenes, por entonces de gran prestigio.
   358. Cultivan ambos amigos la espiritualidad de Eustaquio de Sebaste, ani­mador de un monaquismo muy exigente. También escriben las dos Reglas, luego atribuidas personalmente a Basilio. Fun­da en ese tiempo varios monasterios.
   359. Viaja a Constantinopla, como con­sejero del Obispo Basilio de Ancira, para un Sínodo de Obispos que debía condenar a los arrianos. Aporta sus argumentos con brillantez y comienza a ser famoso por su erudición y ortodoxia.
   360. Hace otro viaje a Egipto para conocer a los monjes de Escete y sus sistemas de vida. Sigue empeñado en su vida ascética y cenobítica y se va rodeando de seguidores.
   364. Eusebio, Obispo de Cesarea, le llama como Auxiliar y le ordena de Sacer­dote. Se enfrenta al Emperador Juliano, por su protección a los arrianos, y luego por su vuelta al paganismo, que le lleva a desencadenar cruel persecución contra la Iglesia. Son años de activi­dad literaria intensa y de múltiples ries­gos.
   367. Julio. Fuertes desgracias en toda Asia, terremotos, enfermedades y sequías, provocan la miseria y el hambre. Basilio se entrega a construir asilos y hospitales para los afectados. Lo mismo tiene que hacer ante los terremotos que asolan toda el Asia el año siguiente.
   369. Fallece su santa madre Emmelia, en meritoria ancianidad. El mismo cae enfermo y pasa algún tiempo el peligro de muerte, aunque logra sobreponerse gracias a los cuidados que de los que viven con él.
   370. Muere Eusebio y queda como Obis­po, aunque pretende que la sede recaiga en San Gregorio Nacianceno, que de ninguna manera acepta el nom­bra­miento. Se destaca por las muchas obras de caridad con sus fieles. Se en­frenta con valentía al arrianismo, que se va fortaleciendo con la protección del Emperador Valente. Esto le provoca múltiples discusiones, escritos, sínodos, con el fin de que se protejan de la here­jía cuantos se relacionan con él. Logra grandes resultados, pero a costa de esfuerzos agotadores y viajes.
   372. Se enfrenta con el Emperador Va­lente, que le convoca a una entrevista para que se rinda a su voluntad imperial y, por lo tanto, indiscutible. Con valentía y gran peligro de su vida, Basilio se resiste y adquiere una reputa­ción de defensor de la fe, que en adelante le servirá para proteger a sus fieles de los caprichos imperiales. Hace varios viajes para fortalecer a los Obispos de toda la Capadocia y adquiere entre ellos mereci­da reputación.
   374. Intenta evitar las disensiones entre diversos Obispos de Occidente, en medio de los cuales tiene fama de pacificador. Escribe al Papa San Dámaso y también a San Atanasio.

  375. Es el año en que rompe con Eustaquio de Sebaste, por la orientación equivocada que desea imprimir al monaquismo. San Basilio lo ve como una exageración y expresión de fanatismo.
   378. 9 de Agosto. Muere Valente en Adrianópolis, en lucha contra los godos, y mejora la situación de las Diócesis de Oriente. Se relaciona estrechamente con Obispos afectos, defendiendo la ortodoxia contra los arrianos influyentes.

   379. 1 de Enero. Muere en su Diócesis, cuando cuenta sólo 50 años. Deja el ambiente dispuesto para celebrar el Concilio de Constantinopla, que tiene lugar el año 381.

   2. Obras escritas

   Escritor sabio, sistemático y clarividente, puso su pluma al servicio de la Iglesia, pues en ella y para ella dio vida a toda su producción literaria.
  Sus obras principales son:
 - Contra Eunomio. 3 vol.
 - Sobre el Espíritu Santo.
 - Libros ascéticos. 13 vol.
 - Las morales. 8 tratados.
 - Las dos Reglas Monásticas
 - Sobre el Bautismo.
 - Carta a los jóvenes sobre la lectura  de los autores paganos.
 - Avisos a un hijo espiritual.
 - Cartas.
 - Homilías y Sermones.

   De estos escritos, los más influyentes en la Igle­sia fueron sus dos "Reglas Monásticas", que fueron fundamento y dieron forma al monacato de Oriente. Ellas son el reflejo de su pensamiento ordenado y la  actividad  que se impone en ellas a los monjes fue causa de que los cenobios se convirtieran en monasterio estables y socialmente muy influyentes.
   Pedagógicamente, el más signifi­cativo de sus tratados fue la "Carta a los jóvenes sobre la lectura de los autores paganos", en donde señala la pauta pedagógica de la educación cristiana, al exigir  el cultivo de la cultura profana como soporte de la religiosa.
   También se le atribuyen diversas normas y libros litúrgicos que todavía se usan en Oriente como "Liturgia de san Basilio" en el rito bizantino.
 

   3. Su pedagogía

   Educador por naturaleza, inquieto por preparación cultural, místico por su amor a la oración, asceta por carácter, sano por la gracia de Dios que le protegió en los avatares y en los riesgos, supo ordenar su vida personal con tal proyección eclesial, que todavía hoy nos llena de admiración.
   Viviendo en tiem­pos primitivos, habitó la tierra con aires de modernidad. Siem­pre estuvo abierto a las realida­des del mundo y a los interrogantes de la cien­cia.
  El gran tesoro de su saber, adqui­rido en sus años juveni­les, se puso siem­pre al servicio de la ortodoxia. Su amor apa­sionado a Cristo y a su Evan­gelio fue siempre compatible con toda la sabidu­ría escondida en los antiguos escri­tores y filósofos.
   Animó a los jóvenes a servir a Cris­to en medio de sus lecturas profanas. Les hizo ver la belleza de la virtud y del saber en las contingencias de la tierra. Con intuición magnífica y fecunda, les prestó el servicio inagotable del discernimiento. Y les invitó con generosidad y con dosis incalculable de sentido común a situarse ante la realidad de la vida con la elegan­cia que siempre debería adornar a los cristianos.
   Con su erudición y con su profundo saber filosófico, fue el gran defensor de la verdad cristiana básica: la naturaleza divina de Cristo Salvador. Además de su inquebrantable ortodoxia, supo hacer del mensaje cristiano una riqueza asequible a todos.
   Su eficacia apostólica se debió al tacto pedagógico que siempre le adornó, el cual estaba hecho de claridad en las ideas, de delicadeza en el trato de las perso­nas y de sistematización y orden en el pensamiento.
   Si aceptó el sacerdocio, y luego el episcopado, renunciando a la vida mona­cal que tanto amaba, se debió a su gran espíritu del servicio a la Iglesia. Si no logró que todos aceptaran el sencillo mensaje de su corazón generoso, siem­pre fue capaz de sembrar la benevolen­cia y la caridad en su entorno.

   4. El estilo de S. Basilio

   El estilo pedagógico y cultural de S. Basilio es claro y definido.
       - Con sagacidad y apertura que hoy nos llenan de admiración, valoró lo que significaba el saber humano para los hijos de Dios que han de vivir en el mun­do y caminar en medio de los sabios del a tierra.
      - Dio valor a lo dialéctico y a lo polémico en ocasiones, es decir al discerni­miento y a la defensa de la verdad.
      - Fue, sobre todo, cristiano con admirable espíritu de servicio y con inimitable sencillez infantil en medio de luchas, honores y reflexiones.
      - Sus preferidos siempre fueron los jóvenes, que reclamaban prioritariamente su interés de educador nato. Las más bellas palabras que de él se conservan se dirigen a los jóvenes y a los catecúmenos.
       - Y todavía hoy nos interpelan sus valores humanos, tan ricos y contagiosos: su pluralismo cultural, su sentido de la amistad, su claridad de juicios, su humildad magnífica, sobre todo su gene­roso corazón que nunca conoció fronteras, reser­vas o ruindades.
    Por eso, el celoso Obispo de Cesarea se interesó tanto por la educación huma­na en la misma vida monacal. Bien merece el mejor recuerdo y el título de Educa­dor de Oriente, servidor de los hombres, padre de la cultura cristiana.

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Iglesia de San Basilio. Moscú